El Ayuntamiento de Barcelona ha decidido dar un paso significativo hacia la modernización de los servicios de atención a personas mayores mediante la incorporación de tecnología avanzada. En el marco de un proyecto piloto financiado con 3,8 millones de euros procedentes de los Fondos Next Generation de la Unión Europea, la ciudad adquirirá 600 robots ARI (Asistentes Robóticos Inteligentes) con el objetivo de complementar la asistencia domiciliaria a personas mayores que experimentan los primeros síntomas de deterioro cognitivo o dependencia.

Estos dispositivos, denominados como "robots sociales", no están destinados a reemplazar la atención humana, sino a actuar como un apoyo adicional. Su función principal será mejorar la calidad de vida y la autonomía de los usuarios, facilitando tareas cotidianas como el recordatorio de la medicación, citas médicas y la resolución de dudas puntuales. Además, están equipados con tecnologías que permiten detectar caídas y otras situaciones imprevistas en el domicilio, ofreciendo así una capa adicional de seguridad.
Del total de robots adquiridos, 400 se instalarán en hogares particulares, mientras que los 200 restantes serán gestionados por el Departamento de Derechos Sociales de la Generalitat y se ubicarán en centros residenciales de la ciudad. La inversión prevista para la compra de estos robots es ampliable hasta las mil unidades, dependiendo del éxito y la acogida de esta fase piloto.
Marta Villanueva, concejal de Salud, Personas con Discapacidad y Estrategia contra la Soledad, ha destacado que la introducción de los ARI permitirá evaluar la viabilidad de esta iniciativa tecnológica. Además, subrayó la importancia de estos dispositivos en la lucha contra la soledad no deseada, un problema creciente en la población mayor. El objetivo a largo plazo es establecer un modelo replicable en otros ámbitos de actuación, ajustando las funcionalidades de los robots a las necesidades reales de los usuarios.
La apuesta de Barcelona por la tecnología aplicada a los servicios sociales refleja una tendencia creciente en las grandes ciudades europeas, donde la integración de la inteligencia artificial y la robótica en los cuidados a la tercera edad se perfila como una solución viable ante el envejecimiento demográfico y la creciente demanda de servicios asistenciales.